Los franceses utilizan este término para señalar una vuelta por todo lo alto. Volvemos. Septiembre, mes de los comienzos.
He descubierto que hay un cierto ánimo (aunque ya no puedo estar seguro, porque creo que la homogeneidad es la norma, y que ya todo o casi todo en Occidente marcha al ritmo y en la dirección que marquen los algoritmos) de inicio o reinicio de la vida en el mes de septiembre. Muchos de nosotros entendemos que, del mismo modo que el curso escolar, se inicia de nuevo el curso, y que diciembre es únicamente una parada técnica.
Discrepo en este punto. Tal vez en esto sea un conservador de manual (tal vez me haya vuelto conservador con el paso de los años) pero yo sigo pensando que todo termina el 31 de diciembre, y que se inicia el 1 de enero. O más bien, tiendo a pensar que todo termina un poco antes, en torno al 20 de diciembre, para iniciarse un poco después, el 20 de enero, la fecha que coincida con el tercer lunes del año, ese al que apodan blue Monday, porque las vacaciones quedaron atrás, las próximas están muy lejos, y los fantásticos proyectos o propósitos que nos marcábamos en el año nuevo, en un momento de máxima exaltación, en un momento en que todo parece posible, aparecen ahora semejantes a los trabajos de Hércules.
Y es que la gente piensa en grande. Perderé 30 kilos, escribiré una novela, aprenderé un idioma... Metas loables, sin duda, pero que exigen tiempo y exigen constancia. Y tiempo y constancia exigen esfuerzo, pensar a largo plazo, andar lento pero seguro, aceptar que habrá caídas, que no será un camino recto... Imposible, nos decimos a nosotros mismos: no quiero luego, lo quiero ahora, ya, inmediatamente. Entonces viene la frustración, y con ella la tristeza.
Y en fin, están los que entienden septiembre como el inicio de todo. Un mes tranquilo, no es muy caluroso, no es muy frío. Es un mes templado, perfecto para venir al mundo, perfecto para iniciar nuevas aventuras... No sé, creo que, como en tantas cosas, podemos alcanzar un consenso, no buscar la imposición.
Yo mismo, que insisto en que todo termina en diciembre, y empieza en enero, estoy ahora, en septiembre, reorganizando la vida. No atravieso un buen momento personal. Una persona a la que quiero y admiro sufre por mi culpa, y no encuentro la manera de hacerla feliz, de conseguir que olvide sus problemas. La quiero, pero no sé quererla de modo adecuado, o del modo que ella piensa adecuado. Ella sufre, y yo también. Y me lleva a querer huir, desaparecer. Últimamente me encuentro mucho más cómodo en el silencio, en mi casa. Rodeado solo de pensamientos, de libros, de las voces de otros por televisión, pero noto que la compañía de aquellos que me rodean se me hace difícil. No me siento a gusto, me siento responsable por esta persona, y creo que soy un mal hombre. Sinceramente.
Deseo empezar de nuevo. Aprender a ser mejor, ser más sincero, ser más valiente.
Esa será mi tarea hercúlea.
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