La cabalgata de los Reyes Magos

Asistimos estos días al espectáculo de la política. Uno podría pensar que se trata de un espectáculo zafio, bochornoso, o ridículo. No me parece que lo sea. Simplemente se trata de un espectáculo, porque hace ya décadas que la política se basa única y exclusivamente en el espectáculo.

Tengo un buen amigo, sabio como pocos, que suele decir que "nosotros los españoles somos tan parecidos a los italianos en lo que se refiere a los gustos mediáticos que basta ver su televisión para saber qué estará de moda aquí dentro de cinco años". Supongo que todo comenzó cuando Tele5 desembarcó en España y las empresas de Berlusconi comenzaron a enseñorearse de la parrilla.

Él, Berlusconi, es el paradigma de la política espectáculo. Basta ver la serie 199.. (con sus tres temporadas, 1992, 1993, 1994), para entender cómo una situación política puede degenerar hasta el punto de que un empresario, un profesional de los medios de comunicación y la publicidad, aprovechando los instintos más bajos de la sociedad, consigue escalar hasta convertirse en Capo (qué propio, en su caso) del Gobierno de Italia, y desde ese momento condicionar de una forma u otra la política del país.

Aquí, en España, como digo, asistimos estos días a un debate de investidura, el primero que se celebra en fechas navideñas, y uno que se hace, en palabras de CAT, contra los cuatro reyes, tanto en cuanto se solapa con la noche de reyes, y con la Pascua Militar, acontecimiento en el que las diversas ramas de las Fuerzas Armadas, así como la Guardia Civil, rinden homenaje al Rey de España, que ha de pronunciar un discurso solemne en presencia de la Cúpula militar y el Gobierno. Es un acontecimiento que nunca pasa desapercibido en un país como España, que si bien hace ya casi 40 años que mandó a los militares de vuelta a los cuarteles, sigue utilizando acontecimientos como este para medir la temperatura de un actor que se reputa fundamental, dado el papel que desempeña en la defensa de la Constitución, vía artículo 8º. Fue una pascua militar, la de 2006, aquella que vio como un Teniente General advertía sobre la deriva independentista en Cataluña. Fue otra, la de 2014, la que convenció a Juan Carlos I  de que había llegado el momento de dar un paso al lado para que una nueva generación tomase el testigo. Esta pascua, la de 2020, llega pues en un momento en que miembros del PCE están a punto de tomar posesión como Ministros del Gobierno de España, un gobierno que ha de apoyarse forzosamente en aquellos que únicamente buscan la secesión de Cataluña del resto de España. Y que nadie se lleve a engaño con esto. Es lo que buscan, y es lo que quieren. Antes o después, por la vía pacífica o la violenta, les da igual. Pero solo se conforman con eso, con la secesión. Traicionaron lo pactado en San Sebastián en 1930, diseñaron y proclamaron la independencia de Cataluña en 2017, lo que constituye un Golpe de Estado, y que a nadie le quepa ninguna duda. Volverán a intentarlo.

La cuestión ahora es el Presidente del Gobierno. Un amigo me dijo: "Sé que nuestra opción política pasa por votar al PSOE... No obstante he alcanzado el convencimiento de que mi mayor enemigo es Pedro Sánchez, un sociopata de manual (insensato sin escrúpulos, tal como lo definió algún otro) que vendería a su madre con tal de ser presidente". Yo creo que difícilmente podríamos encontrar otro actor más parecido al Príncipe de Maquiavelo. Si acaso la gran diferencia con Fernando el Católico estribe en que el Presidente no busca la conservación del principado, sino la de su propio poder al precio que sea. Todo vale. No hay escrúpulos. No obstante, no creo que pueda haberlos en política, y menos a esos niveles.

Mañana será investido de la confianza del Congreso de los Diputados. Tomará posesión ante el Rey en Zarzuela, un Rey que, de acuerdo a muchos de los que le rodean, teme más que nada a su Presidente del Gobierno (lo que no deja de establecer paralelismos especulares con el Presidente del Consejo Calatrava y el Rey Fernando VII durante el Trienio Liberal, cuando el primero sabía a ciencia cierta que el segundo conspiraba contra él y la Constitución de 1812, pero se veía completamente incapaz de hacer nada salvo esperar. La historia, de nuevo, como tragedia y como farsa. Karl Marx, entonces y ahora, al menos en eso, acertado). Y el viernes habrá un nuevo Consejo de Ministros. Con estos comunistas de los que hablaba, encargados del Trabajo (no de la Seguridad Social), de la Igualdad, del Consumo y el Juego (el Ministerio Coqueto) o de la Vicepresidencia, así como de las Universidades, con ánimo en este campo de desarrollar un supuesto pacto que simplemente prolongará el feudalismo universitario y si no al tiempo, cuando lo único que se merece la universidad es volar por los aires. Toda, de un golpe, en todo el país. Adiós para siempre a esa lacra para el conocimiento y la enseñanza, a ese nido de corrupción en todos los ámbitos que solo sirve como picadora de carne o como cadena de montaje.

Pero no. No habrá nada de eso. Solo habrá espectáculo. Tweets, gritos, algarabía y pretendido odio, mientras la rueda sigue y sigue girando. Espectáculo, que se verá reflejado en las caras de los españoles, que asistirán complacidos, deseosos de recibir su ración diaria de Zascas y LOLs. 

Felices como esos niños pequeños que, cada 6 de enero, despiertan y ven alborozados los regalos con los que los Reyes magos de oriente les obsequian.

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